Te creíste exitosa desde los seis años, pensaste comprender más rápido que los demás y así era: las tablas de multiplicar, raíces cuadradas, números fraccionarios, la acentuación de palabras, identificación de oraciones según la intención del hablante, etcétera, etcétera sí era lo tuyo y si de aprender de memoria las capitales de los estados se trataba, no tenías competencia; pero esos diplomas no te certificaron en aprendizaje de vida. Te perdiste, confundiste el rumbo y en la burbuja que te encerraron decidiste quedarte para no ver la realidad. La gente te rodea, te habla, te hace señas, utiliza otros lenguajes; trata de llamar tu atención y al final se desespera, se va; como tú te vas, aunque a diferencia de ellos, no conoces el rumbo.
