domingo, 29 de marzo de 2009

Prosa poética

COMPLICIDAD COLECTIVA

Vuelvo a mi origen y desde mi origen hablo. Cargo sobre mi pecho toneladas de conciencias interrumpidas. Toco el cuerpo de mis hermanas, las que sin conocerme serán mis compañeras de rumbo. Oigo sus voces de piedra caliza enfrentarse con mi grito de roble y doblar las raíces de cordura. Hemos quedado aquí, precisamente aquí, en la frontera de la complicidad colectiva y la sustancial indiferencia, en el punto central de las perpendiculares de fuego, en las gotas mínimas de miel virgen, en el último trozo de hambre. Desde afuera, gente de palabras fugaces se desgarra ante el show de las cámaras, finge llorar con sus máscaras de palma podrida, extrae gritos nocturnos de justicia, construye en las ruinas instituciones: se viste de protagonista. Adentro, mujeres de edad extraviada violentan a la madre tierra, con las manos moradas llenan su uñas de entrañas, pululan en sangre coagulada, vomitan fanatismo y corrupción, en grupo buscan la salida del laberinto. Han nacido con su estigma de miseria, sus cuerpos están atados por venas de pobreza y en este albergue de lechos trasgredidos, emergerá su cruz de nacimiento cuando el olvido de sus familias se una al olvido colectivo. Ellas están muertas, las incontables descansarán en un lugar menos frío cuando sus camas de barro negro salgan del horno del basurero.