Luis corrió para ser el primero en romper la piñata. Catalina trataba de formar dos filas de niños para dar orden. Gerardo, parado en una silla, balanceaba la cuerda con la figura de siete picos. El "dale, dale, no pierdas el tino..."era el grito general. Lo último que recordaba Luis fue haber soltado el palo para aventarse sobre los dulces; después, nada...Dolor de cabeza, un chichón, muchos curiosos viéndolo con asombro, sin venda y por supuesto, sin dulces.