Desde la copa de un chicozapote, veo correr mi niñez tras otros chicos. Sobre las ramas gruesas de un árbol, construyo juegos con piezas multiformes. Entre las hojas verdes de perfecto liso, viajo en el espacio de la ilusión. Ante un tronco fuerte, magnífico, nado en el río de la inocencia. Y sobre las raíces de triste color, busco las respuestas que no he hallado para pedirle a Dios, que me observa atento, perdón porque sé que he desobedecido.